salimos de la bolsa -lo que nos dejó el abierto de los canguros-
Hay quienes se apuran en llamarlo el mejor de la historia. Yo todavía no sé, porque el tipo es muy joven y si en los próximos años mete 10 o 12 grandslams más -es posible-, si sigue volteando un Wimbledon tras otro -eso es más probable-, si gana Roland Garros una o dos o más veces -esto lo veo un poco más complicado pero- ya no sé cómo vamos a llamarlo. Asique por ahora basta con decir que Roger Federer es, lejos, el mejor jugador del momento. Que con 24 años y medio y menos de 8 de carrera ya ganó 35 títulos -7 Grand Slams- y que le quedan, si no pasa nada raro, otros tantos para seguir sorprendiendo.
Asique dejémoslo festejar y gozar y gocemos con él, porque mientras esté Roger Federer en la cancha nosotros, los espectadores, tenemos espectáculo asegurado. Brindo por eso.
Algunas palabritas sobre Baghdatis. Porquehe escuchado en los últimos días un nombre que no escuchaba desde hace unos años. Martin Verkerk. Yo también lo mencioné aquí, de hecho, hace unos días, pero en otras circunstacias. Se habla del síndrome Verkerk. Se dice que, a lo mejor, Baghdatis ya nos mostró lo mejor que tenía para dar, al igual que el holandés en Roland Garros 2003. Un amigo y colega y asiduo visitante de eltenisero, P. Ch. T. (click aquí), lo hace en el Perfil del último domingo. Otros tantos lo hicieron por radio o por tevé o en la mesa de un bar. Ojo, muchachos.
Que Verkerk había jugado en el circuito durante 7 años antes de aquella final en el plvo de ladrillo parisino. Que sólo ganó dos títulos y alcanzó dos finales, todas en el binomio 2003-2004, todas/os luego del empujón que le dio haber jugado esa final. Es decir: que Verkerk tuvo una carrera mediocre, que tuvo una muy buena segunda semana en un Grand Slam -en el menos imaginado, incluso-, que haber alcanzado esa final no sólo no le resultó contraproducente sino que le dio cuerda para hacer lo que nunca antes había hecho -ganar un título- y que cuando se le acabó la cuerda volvió al montón.
Baghdatis, en cambio, está comenzando una carrera promisoria. Y tiene muchas más condiciones que el holandés. Si los resultados en los próximos meses no se condicen con lo que mostró en Australia, no hay que alarmarse, sería natural.
De hecho, puestos a comparar, hay un caso que me hace acordar al del chipriota mucho más que Verkerk. En 2002, un ex número uno del mundo en juniors alcanzó, sopresivamente, la final de un Grand Slam. Este rubiecito que jugaba ángulos que metían miedo se llama, adivinaron, David Nalbandian. Que luego de esa final tardó unos cuantos meses en volver a ganar más de dos partidos seguidos. Pero que ahora, 4 años más tarde, es uno de los 3, o 4, jugadores más fuertes del circuito. Quizá Baghdatis siga jugando como hasta ahora y pronto sea top ten. Tal vez lo veamos este año en Shangai, peleando la Masters. Quizá no. Pero no lo maten antes de muerto, señores, que al tenis-espectáculo, ese que nos gusta tanto, Baghdatis le hace mucho bien.