el abierto de las five o´clock tea (o welcome to the machine)
Dios salve a los monstruos. A los diferentes, a los casi inhumanos. A los que entienden el deporte como un arte. A los Agassi, los Federer, los Nadal, protagonistas, los tres, excluyentes de esta edición del torneo que culmina mañana.
Lo del suizo no puede, ya, soprender a nadie. Está, por cuarto año consecutivo, en la final de Wimbledon y busca su cuarto título aquí. Este año tuvo un cuadro temible para cualquiera. Gasquet en primera, Henman en segunda, Berdych en octavos, Ancic en cuartos...
Pero nada es temible para Roger, el más temible de todos. Llegó a la final sin ceder un set, sin tener que acudir a ningún tie break, ganando con holgura todos sus partidos, mostrando una superioridad avasalladora. Pareciera que la amenaza Nadal no lo amedrentara sino que le diera fuerzas para jugar cada vez mejor.
Lo de Nadal es de otro mundo y parece haberse tomado muy en serio eso de pelearle el primer puesto al suizo. Cada partido que juega es una nueva sorpresa, y va rompiéndo límites y capacidades de sorpresa a diestra y siniestra. Está sacando mejor que nunca -unos 20 km/h más, en promedio, que la temporada pasada-, lleva 80 games de juego sin ser quebrado y, a pesar de que se juegue en césped, el récord de 6 a 1 que tiene sobre el número uno del mundo le pone suspense al partido de mañana.
Agassi, por último, que al haber jugado su último Wimbledon empezó a retirarse. Se viene la gira de cemento en norteamérica y, por último, el U.S. Open, su último torneo. Sampras se retiró en el 2003, ganando ese trofeo. Andre buscará emular a su máximo rival.